sábado, 21 de abril de 2018

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Cuando advirtió que lo estaban siguiendo la escasa luz se tornó más oscura, era una intermitente sucesión de destellos casi imperceptibles. No había luciérnagas. Tocó su pecho como intentando calmar esos nervios depositados en la boca del estómago. Quien iba a decirle que su día, que había comenzado con un café cortado y panes con queso crema en una casa del centro, iba a convertirse en un intrincado laberinto.
Al posar los dedos sobre el esternón el aire comenzó a salir, los bostezos siempre lo habían tranquilizado y recordó que ahora se encontraba   protegido, nada podría pasarle. Tenía oculta una pirita, piedra escudo que resguarda energéticamente,  en el vértice del bolsillo derecho de su pantalón. Por eso al solo rozarla era como si su autoestima se viera fortalecida y la ansiedad se esfumara. Un día alguien creyó ver en eso una humorada. No lo era. Pensó que si el mundo abriera sus canales de percepción todo andaría mejor…

domingo, 8 de abril de 2018

QUE NO

cuando se acabe el mundo
y no exista un pétalo flotando
ni una historia contada
o por contar
las semanas solo sean ofertas acabadas
un rato, dos ratos, aquello echado
a la trituradora
la distancia esos ojos subiendo
chocando en el silencio
cuando se acabe el mundo
batallas serán agujeros negros
seres quemados en hogueras
cada hielo evaporándose
en esa raza que se comió
a si misma
ya no habrá risas en iglesias
como esas en donde tu padre nos retaba
y mas nos reíamos
apuntes en cuadernos
quedaran inadvertidos
…tantas palabras…
cierto embalaje acústico
la fosforescente costumbre
de las responsabilidades
el darse cuenta que dinamita
es explosión
bien lejos de la felicidad
importa el color de los semáforos?
si lo inesperado borra movimientos
si en el aeropuerto tiemblo
fóbica a mi propia somnolencia
a los trajes impuestos
al no retorno
a ese marcharse
a recoger la mesa
a comer sentada en una silla
cuando se acabe el mundo
no podre amarte
ni odiarte
los abrazos dejaran de existir
prefiero que no oscurezca
que no acabe